martes, 17 de junio de 2014

It ends tonight; Capítulo: #9

Capítulo: #9

All these Thoughts Locked Inside

Llegó al conocido lugar, sin pensarlo salió del auto y se encaminó rumbo al apartamento de Frank dando zancadas para llegar más rápido. En segundos se encontró frente a su puerta y se detuvo en seco antes de usar su llave preguntándose por qué diablos tenía tanta prisa, seguro estaba exagerando la situación como siempre, dramatizando todo. Pero no podía evitarlo, así era él.

Se pasó una mano por el negro cabello y ladeo un poco la cabeza desesperado, tenía que encontrar una manera tranquila para hablar con Frank sin que él se pusiera a la defensiva o se molestara. Eso era lo que menos quería, no soportaría alejarse más de lo que ya lo estaban, después de que se habían pasado casi una semana sin verse ni hablarse, cosa que él mismo había sugerido, porque quería darle tiempo para que se despejara de todo aquello que lo había estado molestado.

Pero estar sin hacer nada y lejos de su guitarrista preferido no había servido más que para llenar su cabeza de miles de preguntas confusas y se estaba volviendo loco de incertidumbre. Así que al fin se había decidido a ir por una respuesta. Respiro profundo y decidió tocar en vez de usar su llave.

Unos pasos se escucharon en el interior y luego Frankie preguntó: “¿Quién?” Se escuchó todavía lejano.

Contuvo la respiración para contestarle sin que su voz fuera a sonar ansiosa, pero supuso que Frank ya debía haberlo visto por la mirilla de la puerta y entonces mejor saludo con la mano, apenas pudo esbozar una leve sonrisa.

No se escucho ningún movimiento detrás de la puerta y Gerard no sabía qué decirle, se tenso al ver que Frank no le abría. Y se pasó un momento en incómodo silencio hasta que encontró las palabras: “No puedo estar más así. Tienes que hablarme.”

Luego de otro pequeño momento de silencio se escuchó el seguro de la puerta y ésta se entreabrió ante el vocalista que no pudo ver a Frank hasta que estuvo dentro del apartamento: estaba ahí parado frente a él, ausente, su rostro pálido, la mirada en el suelo, las manos en los bolsillos y sin ninguna aparente intención de decir una palabra.

Gerard se acercó cauteloso sin quitarle la mirada de encima, sentía que el menor había puesto una barrera invisible entre ellos y no se atrevía a tocarlo, un mal presentimiento lo angustiaba llenándolo de temor. Estaba seguro que algo había pasado con Frank que lo había puesto así, ¿pero qué era eso? Sin embargo sentía que se aproximaba algo doloroso, podía sentirlo en el frío que de repente lo atacaba, en lo pesado de sus piernas, en la punzada en su corazón, en la dificultad de su respiración, hasta que sintió como se nublaban sus ojos y él al fin levantó el rostro mirándolo fijamente.

“Gerard… yo… no puedo seguir tampoco…”

La mirada de Frank también era acuosa. Frente a frente se quedaron unos segundos. Y lo único que atinó a hacer Gerard fue aproximarse y abrazarlo fuerte. Él estaba inmóvil en sus brazos.

“Por favor… yo no quiero lastimar a nadie…”

“No, ya no digas nada. Vamos a lograrlo… yo no puedo estar sin ti…”

“Gerard, no entiendes… yo…”

“Shhhh, Frankie, lo sé, pero todo estará bien.” Y pegó fuerte sus labios contra los del guitarrista, separándose para luego volver a abrazarlo. Esta vez también Frank lo rodeo con sus brazos.

“Te amo Frank, te amo como a nada ni a nadie en este maldito mundo… ¿Entiendes?” Y hundió su rostro en su cuello.

Para ese momento el menor luego de no poder contener unos sollozos se había quedado como perdido con la mirada fija en el suelo, entre el calor del abrazo de aquel que lo volvía loco de deseo, por él que había vendido su alma al diablo, por él que había dejado todo

Gerard lo apretó más fuerte contra sí y luego lo miró a la cara, pero Frank no resistió y volteó el rostro. Él sabía que iba a decírselo en ese momento, sentía que no soportaría esa mentira y de repente se vio hablándole: “Gerard yo tengo algo que decirte… no quiero que… esto no puede continuar porque yo todavía siento que…”

“Lo sé, te sientes culpable por Mikey y por causar problemas con la banda, lo sé Frank.”

Frank miró la angustia en el pálido rostro de Way, el brillo triste en sus ojos mostrándole cuánto lo amaba, cuanta fe tenía en su amor incondicional. Le rogaba en silencio, Gerard no sabía nada o no quería dudar y con la dureza en su frágil mirada, con inseguridad dibujada en sus facciones pedía que no lo dejará, cualquiera que fuera el motivo por el que Frank quisiera dejarlo.

Silencio.

Frank nunca había visto a Gerard en ese estado de vulnerabilidad, y no tuvo la sangre fría para decírselo, no podía herirlo más y sólo permaneció callado con el rostro serio, sin mirarlo a los ojos, soportando su penetrante mirada acuosa hasta que Gerard habló de nuevo: “¿Es eso verdad Frank?”

El guitarrista sólo asintió y Gerard lo abrazó susurrándole: “Es culpa mía también. Vamos a salir de esto. Nunca me dejes Frankie…” Iero pudo escuchar como la voz de Gerard tembló al pronunciar aquellas palabras y supo que estaba en el infierno.


Esa noche volvieron a quedarse dormidos entre los brazos del otro.

*****

A la mañana siguiente Frank comenzaba a despertarse y se movía con pereza debajo de las cobijas, se talló los ojos y se sentó distraídamente para darse cuenta que había pasado la noche en su apartamento. Había olvidado que se había estado quedando a dormir ahí, porque recordaba claramente la presencia de Gerard la noche anterior y en eso volteó instintivamente a su lado para verlo, pero él no estaba. Supuso que estaría dándose una ducha o tal vez preparándose un café, así que se envolvió otra vez en las cobijas, no quería levantarse aún, no tenía ganas de enfrentarse un día más a esa situación tan desgastante y además teniendo que guardarse muy en el fondo del alma todos esos pensamientos para no lastimar a las dos personas que mas quería en el mundo.

Pasaron unos minutos y ya no pudo conciliar el sueño por más que se revolvió en la cama tratando de acurrucarse, además de que le empezó a dar hambre y él no podía soportar eso, lo ponía de muy mal genio. Así que finalmente se levantó con fastidio y salió de la habitación con rumbo a la cocina para buscar algo de comer, también preparándose mentalmente para encontrarse con el vocalista.

No sabía cuales eran sus verdaderos sentimientos, tenía un gran problema ahora y no sabía qué haría para arreglarlo sin lastimarlos.

Al llegar a la cocina no encontró por ningún lado a Gerard, entonces regreso a ver si estaba en el cuarto de baño, pero tampoco pudo hallarlo ahí. Por un lado tenía curiosidad de a dónde podía haber ido Way tan temprano y sin dejar una nota para avisarle, y por otro se sintió aliviado de poder tener un momento de paz para respirar tranquilo. 

*****

Gerard estaba seguro de que Frank sólo se sentía culpable de la situación: de que Mikey y él estuvieran peleados, de los problemas en los ensayos de la banda; porque a pesar de los dificultades ellos siempre habían estado unidos y apoyándose mutuamente, pero ahora por causa de su relación todo se estaba viniendo abajo, había desconfianza y recelos que los estaban separando y dañando.

Sabía que las cosas no podían seguir así por el bien de todos, ya que se avecinaba un tour y de ninguna manera la banda soportaría esos problemas internos, y mucho menos su frágil relación con Frank, cada día que pasaba aumentaba el riesgo de que se acabara y él no podría soportarlo.

Esa mañana había despertado al lado de Frank, pero con un vacío entre ellos, los días en que amanecían todavía entre el calor de la pasión le parecían muy lejanos. Lo miraba y un gesto de angustia se reflejaba en su rostro, entonces se levantó determinado a hacer algo para contrarrestar esa incómoda situación: iría a hablar con Mikey.


Así que habiéndose levantado mucho más temprano de lo que acostumbraba se dirigía en su auto rumbo al apartamento de su hermano con una sensación de profunda vergüenza. Porque sabía perfectamente que él tenía la mayor parte de culpa. Él fue quien había dado el primer paso aquel cumpleaños de Frank cuando todo había comenzado. No le había importado porque lo quería, había deseado a Frank como a nadie y simplemente era un capricho que se le daba la gana complacer, había sido muy egoísta. Pero todo había cambiado, ahora estaba perdidamente enamorado de él, lo amaba. Iría a ver a su hermano sin saber que iba a decirle, si para empezar no se arrepentía, sólo sabía que las cosas no se habían dado de la mejor forma posible. 

Al fin ya subía en el elevador hasta el décimo piso donde Mikey vivía, salió y camino por el pasillo lentamente, como dando cada paso a conciencia, con el orgullo por los suelos y con el corazón en la mano. Tocó:

*****

Cuando miré quien estaba tras de mi puerta un estremecimiento que me dejo tenso como una tabla me recorrió el cuerpo. No lo podía creer, era Gerard, y por su aspecto supe sin lugar a dudas que ya lo sabía. No lo pensé más, lo enfrentaría y abrí la puerta.

“¿Qué quieres?” Al mirar su rostro me confundí, porque no había coraje o rencor, sino sólo tristeza, una expresión rara que me hacía pensar que ese no era mi hermano, como si la característica altivez de su mirada hubiera desaparecido, ¿qué había pasado? Esperé serio a que me lo explicara.

“Necesito que hablemos.”

No sabía cómo reaccionar más que con todo el rencor que le tenía: “No tengo nada de que hablar contigo. ¡Lárgate!” Y aventé la puerta para cerrarla, pero su mano se interpuso.

“Por favor Michael.”

No podía reconocer esa actitud tan pasiva de Gerard, él nunca se dejaba de nadie, y al verlo así no pude hacer más que escuchar, además yo también lo había traicionado.

“¿Puedo pasar?”

Volvió a preguntar sin mirarme a los ojos y asentí, cerrando la puerta tras de él. Cuando entramos nos quedamos de pie, alejados, frente a frente, pero ninguno de los dos se atrevía a levantar el rostro o decir algo. Habían pasado cosas que no olvidaríamos fácilmente, cosas que dolían y que tal vez nunca nos dejaran volver a ser quienes éramos: dos hermanos.

Con ese pensamiento ya no pude soportar ese silencio absurdo: “¿Qué tienes que decir?”

“Esta situación no puede continuar así… por el bien de todos.”

“¿Qué pretendes Gerard?”

En ese momento vi como su mirada se nublo y se dio la vuelta para evitar que yo lo notara.

“Siento mucho la forma en que se dieron las cosas.”

De nuevo volteó para verme de frente y no pude soportar su mirada arrepentida, porque sabía que yo también le había fallado y él no lo sabía, no sólo él tenía motivos para disculparse, pero no le dije nada.

“Sé que nada cambiará lo que pasó, no puedo hacer nada para remediarlo, no puedo cambiar la realidad porque… lo amo…”

Esas palabras me golpearon, lo miré y en sus labios había una sonrisa amarga, que se mezclaba con la desolación de sus lágrimas. Sentí la verdad en sus palabras, no era sólo un capricho como yo quise creer, y de repente sentí un nudo en mi garganta que me ahogaba. 
Hubo silencio, un silencio horrible que parecía hundirme en una profunda oscuridad, yo lo amo también y lo perdí y él qué mas quiere de mí.

“Vete Gerard, no hay nada más que hablar.”

“No entiendes Mikey, todo esto esta acabando con él, vine porque él ya no lo soporta…”

“¡Y a mí qué diablos me importa! …” Mi voz salió estridente de mi boca, los celos me corroían, todo el odio que le tenía a mi hermano y todo el amor que le tenía a Frank, era insoportable, era como si me congelara en medio del desierto, odio y amor que me envenenaban: “¡Lárgate ya!”

Pero él no se movía

“Mikey, si lo quieres tienes que aceptarlo. Vine aquí a pedirte que me perdones… por haberlo apartado de tu lado.”

“¡Cállate Gerard!”

“Mikey, por favor…”

Me quede paralizado con las lágrimas recorriendo mi rostro y no podía ver nada, hasta que sentí su mano en mi hombro.

“Cómo quisiera regresar el tiempo, pero ya es demasiado tarde. Nos amamos”

Al fin Gerard salió dejándome sólo, no sabía que pensar, ni que decir o hacer, estaba en blanco con un inmenso dolor en el pecho y sin poder dejar de llorar.
En un impulso fui a la habitación, saque aquella sudadera negra y la estreche con fuerza, no había consuelo alguno, pero por lo menos no estaba sólo, me hacía creer que él estaba a mi lado.

Hay tantos pensamientos encerrados dentro del alma de las personas que la mayoria de las veces terminamos engañados o cegados, víctimas de una total confusión. Gerard ama al mismo hombre que yo, y él, sólo él sabe que hay dentro de su corazón.
Cómo quisiera ser el primero en saberlo.


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