martes, 17 de junio de 2014

It ends tonight; Capítulo: #2

Capítulo: #2

I Can’t Explain Myself At All

Dos semanas antes de esa noche:

*****

Era la hora del habitual receso que se tomaban cada día de grabación, Bob y Ray, que no podían dejar de comer a sus horas, se habían ido a la cafetería y sólo los dos hermanos y él se encontraban en el estudio.


Gerard estaba sentado en el piso junto a un amplificador, a simple vista se hubiera dicho que estaba por completo concentrado en el pequeño cuaderno escribiendo alguna canción, pero sólo Frank que había llegado a conocer tan bien sus actitudes e imperceptibles movimientos supo que estaba molesto.


Pero por qué había de estar molesto si todo iba saliendo bien con la próxima gira, en los ensayos, y además la noche anterior había sido genial, habían podido estar juntos haciendo el amor. Y después de hacer música, coger era lo que Gerard más disfrutaba.



Frank frunció el seño sin quitar su vista del vocalista, ignorando por completo lo que su novio le decía al oído. Mikey lo tenía sujeto por la cintura y le murmuraba tonterías melosas recargando la barbilla en su hombro



No creía que estuviera molesto por el hecho de ver cómo su propio hermano lo abrazaba justo en su cara, porque otras veces sin importarle que él estuviera presente coqueteaba con algún apuesto fan o desvergonzadamente besaba a Bert, su amante de planta. Así que si él le hacía eso, porqué un inocente abrazo lo ponía celoso.



Un momento, ¿celoso? Gerard Way nunca celaba a nadie, eso era un signo de debilidad que alguien como él nunca se permitía. No eso no podía ser, porque al fin y al cabo su relación se reducía solo a joder cuando tenían la oportunidad, así que seguía sin entenderlo.



Cuando Frank volvió a enfocar su mirada distraída en Gerard, él lo miraba como si quisiera matarlo y no lo disimulaba. Frank desvió la mirada indiferente y volvió a prestar atención a Mikey, pero sentía como sus ojos seguían fulminándolo con odio.



De cierta forma disfrutaba provocando a Gerard y acarició la mejilla de su hermano quien le devolvió el gesto con un beso en el cuello, mientras deslizaba despacio las manos por debajo de su playera.


Lo siguiente que escuchó el guitarrista fue el azotón de la puerta y cuando volteó a ver Gerard ya no se encontraba ahí.


De repente cayó en cuenta y se alegró de que Gee se pusiera celoso al verlo con Mikey. Y entonces sonrió.



“¿Qué diablos le pasará ahora?” Dijo despreocupadamente Mikey y continuó besando el cuello de Frank, ahora con más pasión al no tener que detenerse porque alguien estuviera ahí.


Frank se soltó y rápido se encaminó a la puerta: “En serio, tengo que ir al baño.” Tan inocente y confiado como siempre Mikey lo dejo ir sin más.


Y si fue al baño, porque ese era el único lugar privado y más cercano a donde Gerard pudo ir a sacar su coraje.



Entró y lo vio recargado contra la puerta de uno de los sanitarios. Se veía tan deslumbrante con sus jeans rotos y una chaqueta de piel negra sobre una camiseta gris, su cabello negrísimo y recién cortado después de la grabación de ‘The ghost of you’. Amaba como contrastaba la blancura de su piel con ese color negro que siempre usaba. Sus ojos destellaban más verdes que nunca y de repente le soltó:



“¿Quién chingados te crees que eres cabrón? No soy tu maldito pendejo.” Al escuchar ese tono de voz supo que realmente estaba enojado, él jamás le gritaba.


“Ni yo el tuyo imbécil.” No se dejaría de él.


“Si quieres quédate con mi hermanito. Pero ya no me vengas a chingar con tus calenturas.” 



“¿Qué te pasa Gerard? ¿Acaso estás celoso de Mikey?” Se acercó hasta donde él estaba y sus labios parecieron tornarse en una casi imperceptible sonrisa mientras trataba de figurarse qué pasaba por la mente del vocalista, examinando su rostro con atención. 



La furia de Way se apaciguó al escuchar las palabras de Frank y así como si no le hubiera gritado un segundo antes lo besó con urgencia por un breve momento, pero para Frank una sola gota de su embriagante esencia bastaba para infectarlo con una pasión loca.


Y se quedó como idiota frente a él, quien estaba tranquilo, pero también radiante de ¿alegría? ¿Lujuria?, y quiso soñar un poco: ¿de amor?



Lo hacía perderse en un instante y ya no sabía qué más decirle.
Gerard en cambio sabía perfectamente lo que hacía: “Vete con él y déjame en paz.”. 


Y se movió para salir de ahí, pero inmediatamente Frank lo sostuvo del brazo: “Gee no te vayas”


Way giró el rostro: “No soporto compartir mis cosas, menos a mis amantes.”


“No me hagas reír Gerard.” Frank reía burlón ahora parado despreocupadamente frente a él con las manos metidas en los bolsillos.


“Creo que no me explique, no comparto a los que quiero.” Y le lanzó una mirada tan directa y sentida que el guitarrista sintió que un calor asfixiante lo recorría por dentro y le parecía que caería al suelo.


Frank no lo podía creer, acaso Gerard le había dicho que lo quería, no podía ser cierto. Se quedó sin reaccionar y el vocalista salió de ahí. Luego que pudo moverse fue tras él y lo alcanzó en el pasillo:



“Espera.” Le gritó y el de nuevo volteó a verlo deteniéndose.


“Déjalo.” 


Frank lo miró como si le hubiera pedido que saltará del edificio más alto del mundo: “¿Estás loco? No voy a dejar a Mikey por ti.” Pronunció ese ‘por ti’ con un tono de menosprecio, como si fuera la peor estupidez que alguien pudiera hacer en la vida.


Gerard no lo soportó y ni siquiera dijo nada, esas palabras lo hirieron más de lo que podía tolerar su gran orgullo y se dio la vuelta para seguir caminando.
Esa visión, Gerard alejándose, golpeó a Frank haciéndolo comprender sus palabras, sus sentimientos y corrió hacía él abrazándolo por la espalda.


“No quise decir eso, Gerard… lo siento.” Y se apretaba fuerte contra su cuerpo que no se resistía, lo que le seguía confirmando que Way hablaba en serio, sino jamás hubiera soportado esa situación, se lo hubiera quitado de encima y le hubiera mentado la madre, a él nadie lo menospreciaba de esa forma: “Yo te quiero, pero a Mikey… no quiero lastimarlo.”


Sin voltear o siquiera moverse Gerard no le contestó, solo se quedo ahí en ese abrazo.


Para Frank esa sola palabra había bastado. Ahora que lo rodeaba con sus brazos, ahora que aspiraba su aroma y escuchaba su acompasada respiración no se creía capaz de ir a otros brazos. Eso era lo que quería y no lo perdería por nadie.


“Voy a dejarlo por ti.” 


Gerard volteo para regalarle una de esas sonrisas suyas y el guitarrista no podía apartar los ojos de la perfección de sus facciones.

*****

Esa mañana le pasaba lo mismo, su rostro siempre lo hipnotizaba, pero ya no sentía el fuerte latido de su corazón emocionado como ese día, ya no encontraba una explicación que contestara a sus confundidas ideas. Lo único que no podía negar era cuán perfecto era su rostro.



Cuando Gerard abrió los ojos se topó con Frank de pie mirándolo fijamente. A pesar de que sus ojos estaban clavados en su rostro no le parecía que le estuviera prestando atención, porque no se movió ni un centímetro cuando despertó.


“Frank, ¿estás bien?” Y se incorporó en la cama al mismo tiempo que el guitarrista reaccionaba: volteó el rostro y se fue a parar a la ventana evitando las cuestiones de Gerard.


“¿Pasa algo?” Volvía a cuestionar y luego al no recibir respuesta se sentó en la cama, recogió sus jeans del suelo y se los puso para ir al lado de Frank.



Él seguía de pie viendo por la ventana. Gerard se paró detrás de él y puso sus manos en los hombros desnudos acercándose a su oído: “Frankie, háblame ¿qué pasa?” Movía sus dedos masajeando levemente la piel y sintió como Frank se relajaba poco a poco en ese silencio.


Frank volteó para verlo, con una mano tocó con libertad la blanca mejilla y repentinamente se abrazo con fuerza y Gerard lo sostuvo.


Sus brazos tenían el poder de transportarlo a otra realidad y embelesado al fin habló: “Todo estará bien.” 

*****

No quería tener que entrar ahí cuando llegó a la puerta y escuchó su característica risita, por lo general siempre lo hacía sonreír, pero eso había sido cuando era el hombre más afortunado del mundo. Ahora volvía a sentirse tan insignificante como cuando iba al colegio y era el niño solitario a quien todo el mundo se empeñaba en fastidiar por débil. Y claro que como en el pasado no le quedaba más que resignarse.


¿Para que pelear contra el destino? ¿Qué posibilidades podía tener de ganar si ahora el enemigo era su propio hermano? Que para colmo de males no era un mortal promedio.


Lo mejor era mostrar algo de dignidad y hacer como si ellos dos no existieran, como si no amara a Frank, como si no quisiera madrear a su maldito hermano por robarle su preciado tesoro.


Al fin mirando a suelo tomo la manija de la puerta, respiro profundo y se dispuso a entrar.


Ese tenía que ser un día más de ensayo.


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