martes, 20 de marzo de 2012

Frankie karma; Capítulo: #10

Capítulo: #10

El amarillento foco de luz colgando en el bajo techo del insalubre baño de paredes mohosas, el calor, Dios!, ese calor pegajoso que obtiene tu cuerpo cuando las ropas mojadas se secan en ti, el olor de los orines de los viejos que frecuentan el bar, mezclado con el humo del tabaco barato, Frank parecía no importarle, no afectarle los elementos externos, lo único que tenía en su mente era tener sexo conmigo ahí mismo, en ese cuarto estrecho, de techo bajo, entramos agachados, yo más que él, mi novio simplemente bajó la tapa retrete sentándose con su pantalón abierto, tomando su hermoso miembro con su mano, lo acarició un par de veces antes de levantar su lasciva mirada hacía mi, arqueando levemente las cejas

- Ven Gerard –

Susurró con profunda voz, desaté mi pantalón, bajándolo hasta mis tobillos, aun no sé como hice para acomodar mis pernas a cada lado de Frank, esa debe ser la causa del dolor en la parte interna de mis muslos, no soy flexible, debo admitirlo y a pesar que me dolían terriblemente los músculos continué sobre Frank, impulsando mi cuerpo hacía arriba y abajo con dificultad, apoyando mis manos en los hombros de mi novio, que tan solo sostenía mi cadera, enterrando sus dedos en la piel de mis nalgas, pellizcándome cada vez que me sentaba con fuerza en él buscando un contacto más profundo de su pene entre mi cuerpo, aferré su mejilla entre mis labios, apretando con fuerza intentando contener los gemidos de placer que se amontonaban en mi garganta, Frank estaba igual que yo, lo podía sentir en la lubricación de su miembro, en el ardor de su piel, lo agitado de su respiración, y él al igual que yo, mordió mi piel para evitar gritar de tanto placer.

No era solamente el acto en si lo que me tenía tan excitado, era el temor al pensar que en cualquier momento uno de los clientes del bar abriese la puerta ó que los del ancianato hubieran llamado a la policía y que nos descubrieran así, tenía sentimientos encontrados, deseaba terminar rápido antes de ser descubierto, pero también quería quedarme así con Frank, por siempre, bueno dejando de lado el aroma asqueroso del baño.

Sentí su semen derramarse dentro, me levanté medianamente aliviado, al menos Frank había terminado, subí mi pantalón tratando de acomodar mi erecto pene dentro, pero Frank no es capaz de dejarme así

- Larguémonos ya –

Alcancé a decir, Frank tan solo meneó su cabeza en negativa a mi pedido, no me dejó terminar de arreglar, tomó mi pene en sus manos, masturbándome sin levantarse del retrete, yo estaba inclinado, con el foco de luz casi pegado a mi espalda, este maldito techo no está a más de 150cm del suelo, me dolía todo el cuerpo, pero la tibia boca de Frank acomodando sus aterciopelados labios alrededor de mi pene me reconfortó enormemente, apoyé las palmas de mis manos en las sucias baldosas de la pared del baño, con mis piernas aún a cada lado del lavabo, mi novio con su cabeza inclinada frente a mi entrepierna, lamiendo, chupando Oh Dios!, regalándome el mejor placer que una boca complaciente y una lengua inquieta puedan dar, cerré mis ojos, sentía que iba a morir en cualquier instante, mis pulmones se cerraron, mi corazón latía con tal rapidez que puedo jurar que se veía el movimiento del músculo a través de mi camisa, Frank apretaba entre sus dedos la base de mi pene, retardando mi orgasmo, eso me estaba enloqueciendo, tanto que no pude controlarme y gemí su nombre con potente volumen en mi voz, teniendo luego que morder mis labios para evitar otro de esos gemidos, nadie escuchó, o al menos a nadie le importó lo que el par de jóvenes hacían encerrados en el baño de un bar frecuentado por viejos.

Sentí en la punta de mi pene la lengua de Frank jugar repetidamente, la forma en que lo saborea, en que se lo lleva todo dentro, sin asco, con deseo, no solo me enloquece físicamente, también me enloquece el alma, sentir tanto amor y tanto deseo por mi, me hace amarlo aún más... si es que es posible amar a Frank más de lo que lo amo

Mi orgasmo no esperó más, retiré mis manos de la pared, moviéndome un poco hacía atrás para ver a Frank

- Ya viene... quita.. tu ... –

Él sonrió, sin retirar su rostro

- Vente en mi –

Abrió su boca nuevamente y mi semen salió disparado sobre su lengua, regándose por sus labios rosa, el relamió los restos de mi eyaculación en el borde de su boca mientras yo me acomodaba la ropa.

Salimos del baño tomados de la mano, al pasar por el lado de la mesa que estaba más cerca al baño escuché a un señor comentarle a otro

- Te dije que eran un par de maricas degenerados –

Frank se detuvo de golpe, sin soltar mi mano, se inclinó frente al tipo

- Al menos yo estoy aferrado al hombre que amo y me ama, y no a una botella de licor, al menos, esta noche yo dormiré con mis piernas enlazadas con las de mi hombre, ¿usted, en que callejón dormirá esta borrachera, solo como un perro? –

Lo halé de allí evitando que nos agarrarán a golpes entre todos, afuera la tormenta no había terminado, pero en ese bar, en ese barrio no podíamos quedarnos, caminamos unos cuantos pasos, doblando la esquina, esperando en una parada de autobús a que mermara la tormenta o pasara algún vehículo que nos llevara al centro, a nuestro apartamento, Frank se paró frente a mí, metiendo los brazos por entre mi camisa buscando protegerse del frío

- ¿Por qué le dijiste eso? –

Pregunté pensando en lo que había pasado en el bar

- ¿Al borracho homofóbico ese? –

Frank temblaba por el frío, así que lo apreté contra mi pecho, abrazándolo con fuerza

- Porque odio que la gente que en verdad es degenerada me critique –

- Frank, el alcoholismo en una enfermedad, no una “degeneración”, además, ¿qué importa? –

- Si importa Gerard, yo no voy a quedarme callado cuando se meten conmigo –

Acomodó su cabeza en mi hombro, hundiendo su naricilla en mi cuello, tratando de terminar la conversación, pero es que a mi esto ya me ha golpeado antes, igual, Frank apenas tiene 16 años, y soy su primer “novio” así que continué preguntando

- Es que... no entiendo porque le dijiste eso –

- Ay! Gerard, ya te dije, no me voy a quedar callado –

- ¿Te molestó el comentario de tipo ese? –

- ¡Por supuesto! –

- ¿Por qué? –

Frank se separó de mi, su rostro lucia desconcertado

- Porque no me gusta que me digan marica –

Sonreí, suspirando profundamente, ahora puedo ver que tendremos una larga charla sobre nuestra relación

- Frankie, si te metes en un baño público con un hombre a tener sexo con él, eres un marica –

- No Gerard, yo soy bisexual, da la casualidad que me enamoré de ti y eres mi novio, pero no soy del todo gay –

- ¿Quieres decirme que no pasarás el resto de tu vida conmigo? –

- No he dicho eso –

Me crucé de brazos, se que es un acto primario de rechazo, pero en este momento estaba rechazando las ideas erradas de Frank

- No eres gay, eres bisexual, o.k, te entiendo, yo también, pero Frank cuando te enamoras de alguien de tu mismo sexo y vives todos los días con él, eso te hace gay quieras o no, ¿o es que aunque estés conmigo andas buscando mujeres con las cuales desfogar el deseo hetero que aun tienes?

No me respondió, se quedó en silencio evitando mi mirada inquisidora, pregunté de nuevo

- Dime, ¿no deseas pasar toda tu vida conmigo? –

Me miró lleno de amor, extendiendo sus brazos hacía mi, yo lo aferré entre los míos

- Claro que si Gerard, tu eres mi vida... es solo que no me gusta que me digan marica –

- Frankie, Frankie... – Susurré en su oído, besando después sus labios que tiritaban por el frío – Amor vas a tener que acostumbrarte, cuando salgas conmigo a la calle, tomados de la mano, habrán comentarios, risas, burlas, y créeme, será un infierno si te detienes a discutir con cada persona que nos critique, lo mejor es ignorarlos y seguir de largo, porque nos criticarán hoy, lo harán mañana, y ten la seguridad que así será siempre, y como le dijiste al tipo del bar, mientras sepamos que cada noche dormiremos abrazados, amándonos, el resto del mundo y sus perjuicios valen huevo –

Nos quedamos en silencio, él tal vez pensando en lo que le dije, yo suplicándole a la vida que Frank lo entendiera, y rogando también, que no fuera solo una fase en su adolescencia, moriría si en un par de meses Frank decide que ya no quiere andar conmigo porque es mucha carga ser un “marica”, porque de verdad no me ama, porque solo estaba experimentando, intenté dejar de lado esas dudas, es decir, este chico que aprisiona mi cuerpo contra el suyo, es el mismo que me ha seguido por más de tres años, el que tiene todos mis libros guardados como un tesoro, el que sabe todo de mi, yo soy su ídolo, soy...

¿Seré solamente eso?, mi mente es odiosa, le gusta jugar con lo que siento, ahora todo el miedo que nuestro amor solo fuera una fase en Frank se había transformado al pensar que yo solo era el objeto de la admiración enfermiza de Frank, ¿Qué pasará cuando se de cuenta que no soy el genio que cree, que solo soy un simple humano como cualquier otro?. Si alguien hubiese visto mi rostro en ese instante pensaría que estaba entrando en pánico al oír que el mundo se va a acabar en 3 segundos, cerré los ojos, intentando pensar en otra cosa, la voz de Frank pegada de mi piel me sacó de mis cavilaciones

- Amor, te silba el pecho –

- Uh? –

- Los pulmones, te están silbando –

Sonreí sin entender, Frank acomodó su mano sobre mi frente

- Oh, oh! – Apretó los labios poniendo una extraña cara de tragedia – Gerard, tienes fiebre, creo que esta mojada te está enfermando –


Los autobuses nunca pasaron, Frank y yo decidimos correr bajo la lluvia hasta nuestra casa, la noche caía y el cielo parecía no dar tregua, me preparó un baño con agua caliente, según él para evitar que empeorara, me metí entre las cobijas, sin lograr calentarme, no se porque justo cuando descansé mi cabeza en la almohada sentí que mi cuerpo estaba hecho m!$rd@, me dolía la cabeza, la espalda y cada hueso de mi cuerpo, Frank me arropó con todas las mantas disponibles, estaba en verdad preocupado por mi salud, aunque se burlara de mi cada vez que estornudaba, o gritara ¡Amen Hermano! Cuando tosía con desgarro, si, que agradable, pero a él no le molestó, tan solo se reía de mi condición mientras volvía un desorden la cocina preparándome un té de hierbas.

- Frankie, mejor ve a la farmacia, cómprame un antibiótico –

Caminó con el té en sus manos, invitándome a incorporarme para poder beberlo

- No Gerard, eso solo envenena el cuerpo –

- ¿De dónde sacas eso? – Pregunté al tiempo que sorbía el té

- Bueno, si algo productivo aprendí en el manicomio Iero, es que es mejor la medicina natural que las drogas químicas –

La verdad que a veces no lo entiendo, odia su familia hippie pero no se despega de tantas creencias y tonterías, primero lo del cementerio, y ahora lo de la medicina. Bebí el té, esperando sentirme mejor, pero nada cambió, me ardía la boca como si tuviera un pedazo de carbón caliente en ella, no recuerdo mucho de esa noche, solo el temblor constante en mi cuerpo, mi inhabilidad para levantarme, el martilleo en mi cabeza, y a Frank, midiendo mi temperatura cada 30 minutos, obligándome a tomar sus bebedizos amargos, y en la madrugada, desnudándose para meterse conmigo en la cama, pegando su cuerpo al mío para darme su calor.

Desperté al medio día bañado en sudor, sin sentirme mejor, abrí mis ojos y Frank estaba en la cocina, machacando un ramillete de flores amarillas, mis labios se abrieron para decirle, suplicarle que me comprara un maldito antibiótico en una farmacia.

Pero se negó

- Te digo Gerard, esa medicina solo envenena –

- O.k, como quieras, pero es mi cuerpo, no el tuyo y me quiero envenenar, ya mismo que no aguanto estar enfermo por un simple resfriado que se quita con un antibiótico y un antihistamínico –

- Espera a que te de este té, ya veras que te sientes mejor –

Si pudiera me levantaba yo mismo a la farmacia, pero por ahora estoy en manos del señor “odio a mi familia, pero soy igual a ellos”


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