miércoles, 21 de marzo de 2012

Frankie karma; Capítulo: #11

Capítulo: #11

”No quiero sentirme así, con tanta rabia contra él, yo se que Gerard me ama, se que lo amo, a esto le llamo un periodo de ajuste, le pasa a todo el mundo, en cada relación es lo mismo, solo que él es muy temperamental, y eso me enerva.
Ayer al medio día se levantó de la cama, apenas si podía respirar, se vistió aun en contra de mis súplicas, y de seguro hubiera salido a la calle con este extraño clima de verano con lluvias, si no le hubiera dicho que yo le traería sus tontas medicinas, se que hice mal, muy mal al arrojar el paquete con las drogas casi en su cara, pero es que Gerard no entiende, yo solo quiero cuidarlo, protegerlo, él no tiene a nadie más que a mi en el mundo, bueno, está su hermano, pero él no está cerca.
Al caer la noche Gerard se sentía mejor, gracias a las drogas, según él, pero estoy convencido que fue el té de eucalipto y manzanilla, de todas formas no quiero discutir más con él sobre ese asunto, me dolió mucho lo que me dijo, y por eso esta noche no iré a dormir en nuestro apartamento, es mejor que aprenda de una vez que yo no soy uno de sus ¨amigos¨ a los que trata como se le da la gana, soy su novio, y su vida no es solo suya, es nuestra”


Aun no comprendo bien que fue lo que pasó, me levanté harto de aguantar un malestar que sabía se iría con una pastilla, pero Frank prácticamente me empujó sobre la cama y salió él a comprarlo, cuando regresó estaba frío, serio, tan solo tomo el paquete con las medicinas y me lo arrojó en la cara

- Acá está, envenénate –

No le agradecí, me levanté por agua y me tomé los antigripales, regresé a la cama y en un par de horas me sentía mejor, Frank parecía un niño, enojado, no me hablaba, simplemente se sentó en el piso con las piernas cruzadas y su guitarra, tocando, ignorándome, me duché rápidamente con agua tibia, preparé el caballete y los óleos, pero estar así con Frank no me dejaba concentrar, no podía ni escoger un color para impregnar el pincel, me senté frente a él, mirándolo directamente a los ojos, Frank actuó como si no estuviese allí, tenia el ceño fruncido, debo admitirlo, ¡hasta enojado se ve absolutamente hermoso!

- ¿Vas a quedarte ahí sentado para siempre? –

- No, eventualmente me levantaré al baño –

Respondió sin mirarme, sin dejar de rasgar las cuerdas de su guitarra, tomé una de sus manos entre las mías, él levantó su vista hacía mi

- ¿No ves que estoy tocando?, suéltame –

- ¿Por qué estás tan enojado?, Frank este es mi cuerpo y se lo que es mejor para mi –

- Yo solo quería cuidarte, de la única forma en que se hacerlo –

Me incliné hasta alcanzar sus bellos labios recogidos en un puchero infantil, los besé superficialmente, no sea que lo contagie con este virus

- Y te lo agradezco mucho amor, pero debes entender que yo fui criado de forma diferente, en casa para todo habían pastillas, es así como mi cuerpo funciona, no con té de hierbas extrañas –

Dejó su guitarra a un lado en el suelo, levantándose conmigo

- Ya lo se, no te preocupes no pasará otra vez, pero es que... –

- ¿Qué? –

Frank refregó sus manos en sus piernas, dudando en decirme lo que pensaba

- Dime, ¿qué? –

- Para ti mis creencias son una burla, primero lo que pasó en el cementerio, tu mismo viste el pin sobre la tumba de tus padres, y aun así no me creíste, ahora te sientes mejor y crees que fue una pastilla que te tragaste hace dos horas, ¿no has pensado que tu bienestar sea gracias a mis tesitos de hierbas? –

- No Frank – Sonreí procurando que Frank no se enojara de nuevo – No te enojes conmigo, pero no lo creo, nada de esa basura hippie significa algo para mi –

- ¿Basura hippie? ¡O sea que para ti mi familia es basura! –

Me senté sobre la cama, no entiendo, ¡no lo entiendo! Tanto que desprecia las costumbres de su familia y acá está peleando por ellos

- No dije eso, amor, es solo que para mi eso no tiene sentido –

- Yo soy “eso” entonces, yo no tengo sentido para ti –

- ¡Por favor Frank! Deja de cambiar mis palabras, no se que te pasa, parece que solo quieres pelear conmigo sin motivo –

- No Gerard quien no entiende soy yo, dices amarme pero no respetas lo que creo –

Me rasqué los ojos con fuerza, siempre que me siento presionado o incomodo lo hago, y Frank me incomodaba con su actitud, no es solo el no entenderlo, ¡es que él a mi tampoco me entiende!

- Frank, yo te respeto, y respeto tus creencias aunque no las comparto – Hable pausadamente, levantándome de la cama hasta estar frente a él, acaricie su mejilla al tiempo que le ponía toda la dulzura posible al tono de mi voz – Pero tu debes respetar también que yo tengo otra forma de ver las cosas, y tanta fanfarronería me parece absurda –

Ahora que lo veo en retrospectiva, creo que eso de “fanfarronería” no debí decirlo, Frank me miró con rabia, con mucha rabia, tomó su guitarra, escondiendo su rostro de mi, antes de salir me miró, y mi corazón se arrugó como un papel, tenía ese par de ojos hermosos llenos de lágrimas, asintió con su cabeza

- Está bien, como quieras, me voy con mi fanfarronería a otro lado –

No salí tras él, es mejor dejarlo que se le pase sola la rabia, y es hasta benéfico estar solo un rato, desde que lo conocí todo en mi vida es Frank; Aproveché para sentarme frente al lienzo y comencé a pintar...

De negras pinceladas se llenó la superficie, intenté aplicarle algo de color, lo juro, empapé el pincel en otros colores, pero antes de acomodarlo sobre el lienzo lo pasaba de nuevo sobre el negro, cuando miraba con detenimiento esa negruzca obra, notaba que el óleo se secaba muy rápido, no entendí al principio, pero después cuando me di cuenta que pasaba más de 10 minutos perdido en el reloj, conocí la razón del “secado rápido” pasé toda la noche allí sin darme cuenta, esperando a que Frank regresara.

No puedo, simplemente no puedo ser yo, sí él no está junto a mi.

Esperé a que terminara de despuntar el alba, tan pronto el día lucia el brillante astro amarillento en el cielo salí de mi apartamento, caminé directo hasta su casa, como es costumbre la puerta estaba abierta, y en la cocina se generaba el alboroto regular de la familia Iero

- ¡Gerard! Bienvenido hijo, ¡pasa, pasa! –

El padre de Frank gritó mi nombre alertando a todos los presentes quienes se agolparon a mi alrededor, la verdad ya no me molesta tanto, creo que eso es ahora parte de mi vida también

- ¿Frankie, está acá? –

- Si, anoche llegó temprano a dormir, nos dijo que necesitabas un tiempo a solas para pintar –

No se quien fue la señora que me habló, seguramente alguna de sus innumerables tías, que extraño, o sea que no les comentó sobre la discusión, Frank es la criatura más extraña, pelea por ellos y no los tiene en cuenta para nada en su vida, solo para alterar mis nervios

- Hicimos canelazo para desayunar, ¿gustas un poco? –

La misma señora de antes me ofreció, pero Frank que aparecía en la cocina respondió por mi

- No tía, a Gerard no le gustan esas cosas, le hacen mal al cuerpo –

Su familia nos miró extrañados, no les presté más atención, tan solo giré mi cuerpo buscando a Frank, lo vi de pie junto al marco de la puerta de la cocina, cruzado de brazos, mirándome sin verme, me acerqué lentamente, absorbiendo su imagen, alegrándome inconscientemente de verlo otra vez, ¿es extraño no? Es extraño el amor, sin importar la rabia que se pueda tener siempre te salta el corazón cuando ves a quien tanto amas, y pude ver en los redondos ojos de Frank que él se alegraba al verme, sus pupilas se dilataron, sus verdes tonos se intensificaron, y en sus labios se dibujó una tímida sonrisa, la que disimuló, seguro para evitarme notar lo que sus ojos honestos me habían informado ya.

Acaricie sus mejillas con mis manos, acercando mi rostro al suyo

- Te amo, ¿lo sabes, verdad? –

Bajó su mirada, concentrando su atención en el suelo de la cocina

- No lo se ya –

Levantó sus rostro hacía el mío que evidenciaba las dudas y el miedo, el tiene que estar seguro que lo amo, ¡Porque lo amo!

- ¿Cómo puedes amarme si no me aceptas como soy? –

- ¿Podemos hablar en otro lado? –

Asintió con su cabeza, tomándome de la mano subimos directo a su antigua habitación, me sorprendí al ver que no había nada de lo de Frank allí, la habían convertido en un taller de maderas, sobre el suelo había un colchón en que supongo Frank pasó la noche, nos sentamos sobre este, mis manos no eran capaces de alejarse de su piel, me acomodé frente a él, acariciando sus piernas a través de la tela de su jean

- Frankie, con tus costumbres yo no tengo problema, te amo así como eres, un rebelde que no pude negar ni por un segundo que pertenece a la familia que tanto anhela dejar de lado, amo las cosas que dices, esas que para ti son verdad, pero para mi son disparates, y no me malinterpretes, no digo que sean un disparate universal, soy yo, solo yo quien considera extraño todo aquello, así como tu no puedes comprender que yo prefiera aquello con lo que fui criado, para ti es ilógico que alguien prefiera las medicinas de laboratorio antes que las naturales –

Me miraba con los ojos bien abiertos, escuchando con cuidado cada una de mis palabras, al comienzo sus manos estaban lejos de mi, pero a medida que la conversación avanzaba se inclinaba más hacía mi, ponía sus manos sobre las mías, acariciándome suavemente

- Y no creo que sea justo que pretendas imponer tus costumbres sobre las mías, si algún día te enfermas, créeme que te prepararé esos bebedizos, y te llevaré donde el curandero que tu quieras, eso te lo juro ahora mismo, pero cuando yo vuelva a estar mal, por favor, tráeme una aspirina y todo estará bien –

Se arrodilló en el colchón, empujándome hacía atrás, su mirada fija sobre mi, su cuerpo desesperado buscando el contacto con el mío, su jean friccionando mi pantalón negro, apreté los labios conteniendo un quejido, se atrevió a morderme con fuerza el cuello, mientras levantaba mi camisa, retirándola por completo, yo levanté mis ojos hacía la puerta, estaba cerrada con seguro, me relajé, me dejé llevar al paraíso al que sus labios húmedos sobre mi piel me llevaban, cerré mis ojos, concentrándome en sentir sus besos sobre mi pecho, Frank saliva mucho, no voy a negarlo eso me encanta, siempre deja un rastro sobre mi cuerpo, ya aparte de todo le gusta lamer cada porción de mi piel, a veces ni me besa, tan solo pasa su lengua sobre mi rostro, para mi cada acto de Frank desencadena una maravillosa sensación de placer en mi cuerpo, como ahora, con su mano dentro de mi pantalón, masturbándome con ansias, ya se lo que desea, y no debe esforzarse mucho, ya me tiene ahí.

Lo giré con cuidado sobre el colchón, sonreíamos mientras nuestros cuerpos encontraban la posición, tan solo bajé sus pantalones y su ropa interior hasta los tobillos, Frank se quedó bocabajo, ofreciéndome su hermoso, redondo y pequeño trasero, si, mi paraíso.

Antes de entrar en él, mordí con fuerza sus nalgas, en venganza por el mordisco en el cuello, Frank se río con intensidad, contagiándome su risa, levanté su camiseta y me concentré en besar su espalda mientras entraba mis dedos en su intimidad, siempre debo procurar que Frank esté listo, el es muy... eh ¿cerrado?, y yo soy muy “grande”, adoro sentir la tibieza de su interior, sus músculos laten con fuerza, eso me encanta, en especial cuando está a punto de tener el orgasmo interno, su trasero aprieta mi pene dentro, llevándome al cielo. Me perdí por unos segundos en los tatuajes de su espalda, recorriendo el relieve en su piel con mi lengua, Frank gimió calladamente

- Penétrame ya amor –

Sonreí, me había olvidado por un segundo de lo que hacía, pero es que su piel es el lienzo más puro y más hermosamente decorado que jamás he visto en mi vida.

Llevé mi pene dentro de él, sintiendo todo aquello que dije anteriormente, esa apretada envoltura de piel alrededor de mi miembro, la tibia humedad que me calienta más y más, y esos gemidos de Frank, ese sonido que deja salir del fondo de su alma, del centro mismo de sus entrañas, diciéndome una vez más que le doy el placer más enorme del mundo.

Terminé dentro de Frank, mi novio giró acomodándose de espaldas sobre la cama, nos acomodamos la ropa, y nos quedamos unos instantes tendidos mirando el techo de su antigua habitación

- Gerard... –

- Dime –

- Lamento haberme portado así –

- Todo está bien Frank –

Suspiré, así es todo está bien, al menos por ahora, solo espero que no se le ocurra de nuevo obligarme a ser como él quiere que sea. Frankie se incorporó en la cama, recostado sobre su brazo flexionado, me miró profundamente y sonrió

- Quiero que nos tatuemos nuestros nombres –

El solo pensar en una aguja lacerando sin motivo mi piel me llenó de pánico, sonreí nerviosamente

- ¿Por qué, para qué?, deja así estamos bien –

- Gerard no seas cobarde, vamos donde mi primo, es un excelente tatuador –

- No, gracias, si quieres hazlo tu, pero yo ni loco voy a poner mi piel para que un sádico con una aguja se ensañe conmigo –

Me levanté aterrado, como si Frank fuera quien me enterraría la aguja, es que, le tengo miedo, pánico a las agujas, y creo que Frank lo sabía o lo notó por mi reacción, se paró junto a mi, rodeándome con sus brazos por la cintura, apretándome como para que no escapara

- Es una prueba de amor, ¿qué no me amas? –

- No seas atrevido – Reí – Si quieres cambio el curso de la tierra por ti pero no me pidas que le haga eso a mi cuerpo –

- Gerard, será uno pequeño, no seas gallina –


Apreté su rostro entre sus manos hablándole con un poco de desesperación

- Quedamos en que no me obligarías a hacer lo mismo que tu, te gustan los tatuajes, bien por ti, a mi me encantan en ti, en especial este escorpión en tu cuello, es tan... – Miré el tatuaje que adorna bellamente la piel de su cuello, acercando mis labios sobre el – ¡Tan sexy! Un día te lo voy a arrancar a mordiscos –

Frank se estremeció al sentir mis dientes sobre su piel, lo mordí superficialmente, causándole cosquillas, erizando los poros de su piel

- Bueno, al menos acompáñame, yo si quiero hacerme un tatuaje que hable de los dos, y aprovechamos para que conozcas a mi primo, te va a encantar, ¡está loco! –


No hay comentarios:

Publicar un comentario