martes, 20 de marzo de 2012

There's no beat without you; Capítulo: #11

Capítulo: #11


La barcaza de madera ancló por fin junto al viejo muelle, la travesia fue insufrible, Gerard pensaba que en cualquier momento el endeble navío se hundiria en las turbulentas aguas, que entre otras caráteristicas, su temperatura se encontraba a conciderables grados bajo cero.
Grumm, pescador de oficio, guarda costero y dueño de la única taberna del lugar, invitó al Americano a pasar la fría noche en su local, justo después de menear afirmativamente su cabeza, al reconocer el joven de la foto que Gerard le había enseñado.

- Tony, ajá, el ha venido un par de veces a comprar aceite de lámparas -

Gerard arqueó una ceja, extrañado preguntó

- ¿Tony? -

- Uhum, así me dijo que se llama, él pobre hombre parece andar sin alma... es muy extraño... muy raro -

Gerard estiró su mano alcanzando el té que Grumm le ofrecía, la taza humeaba profusamente, pero en los labios el líquido se sentía tíbio

- Señor Way, beba despacio, usted no lo siente por el frío, pero ese té está hirviendo, y no creo que quiera pasar una semana con la piel de los labios en carne viva -

Gerard sonrió, concentrándose de nuevo en beber el té, esta vez soplando sobre la superficie del líquido

- ¿Por qué dice usted que Tony es raro? -

El cantinero salió de detrás de la barra, indicándole a Gerard que lo siguiera, avanzaron por un oscuro pasillo que les llevó a la parte trasera de la taberna, Grumm le señaló a Gerard una habitación, en la que ardía con fuerza una pequeña hoguera que templaba el ambiente

- Puede dormir acá, la verdad señor Way, creo que Tony vino a este lugar a buscar la muerte -

- Qué le hace pensarlo - Gerard descargó la mochila en la que había empacado apenas lo necesario para un viaje corto - ¿le ha dicho algo en específico? -

- No, es su actitud, su forma de hablar, los cantineros tenemos ese don especial de leer en lo profundo de las personas, ese hombre tiene el corazón destrozado, el alma muerta... -

Grumm cerró la puerta trás de sí, dejándo a Gerard sumido en una profunda angustia, ¿Acaso, tanto mal le había causado?. Todos los errores del pasado se agolpaban en su mente, la culpa le invadía cada parte de su ser, era sólamente suya, la disparatada decis ión de Frank, aquel ardid que usó para empujarlo al tratamiento, y su propia mentira, justo en los ojos del ser que más amaba sobre la faz de la tierra, el "No te amo, jamás te amé" que terminó por condenar a muerte aquel amor que les había dado la vida a ambos alguna vez.

No había aclarado el cielo, y los sonidos lejanos de los campesinos labrando la tierra, despertaron a Gerard, había dormido extrañamente bien, sea por el cansancio del viaje, o por la certeza de la cercanía de Frank.
Se levantó radiante, tomó un ligero baño, el agua apenas si salia medianamente tíbia por el grifo, no es mucho lo que un hogar de leños húmedos puede calentar las gélidas aguas del Atlántico. Sin temor de abusar de la hospitalidad de Grumm, le pidió prestada una bestia, y su propia guía para buscar a "Tony", Grumm aceptó encantado, igual para el viejo cantinero esta era una aventura nueva, en ese pueblo nunca pasaba nada fuera de lo común, y el par de Americanos habían llegado para animar un poco las cosas, ¡Y de que manera lo harían!.

El musgo que crecia en las escalinatas de madera del pórtico, debia ser retirado con un cuchillo, Frank aprendió que por seguridad esa tarea debía ser llevada a cabo cada tres días, o tendría un resbalón fijo al entrar o salir de su cabaña, se arrodilló en el frío prado, sacando el cuchillo de su funda, con paciencía, y algo de pereza, empezó a raspar la superficie, tan concentrado en su labor, que no escuchó el galope de los caballos acercándose al lugar, solo escuchó aquella voz... esa voz que tanto amaba, que tando dolor le causaba, la escuchó a lo lejos, gritar a pulmón su nombre, una, dos... tantas veces como fue necesario para hacerlo girar su cabeza y encontrarse con los ojos verde oliva que lo miraban llenos de amor.

Frank se levantó del piso, limpiando el cuchillo en su pantalón, un acto involuntario, en ese preciso momento no razonaba, no podía organizar sus pensamientos, lo único que podía percibir, era ese hombre que desmontaba rápidamente, y corria como un loco a su encuentro, sin notarlo, en pocos segundos, su torso se encontraba rodeado por los brazos de quien le había roto el alma, su olfato solo podia distinguir el aroma enloquecedor de la piel de Gerard, y su corazón comenzó a latír de nuevo al ritmo del corazón de su amante.

- Frankie -

Susurró Gerard en su oído, antes que su voz empezara a temblar

- Amor, debemos... tenemos que hablar... -

Frank sentía regocijo en su corazón, pero el dolor no le dejaba disfrutar de aquel momento, sin levantar la vista del verde prado, empujó a Gerard fuera de sí

- Qué haces acá... cómo me encontraste -

Gerard levantó de la barbilla el rostro de Frank, buscando contacto con sus ojos, sentía la necesidad de ser descubierto, que su amante viera en su alma que le era honesto, que al igual que él, había padecido ese dolor, todo este tiempo

- Te conozco muy bien Frank Iero, por eso te amo, porque sé que piensas, que quieres en la vida, quien... -

- ¿Me amas? - Frank retrocedió unos cuantos paso, quería tener una mejor visión del cuerpo de Gerard, levantando un poco el tono de voz, continúo

- Vienes a decir que me amas... hace unas semanas me gritaste en la cara que no era así, que nunca fue así, que solo fui un objeto para complacer tus ansias... ¿a qué juegas Gerard? -

Grumm se aproximó en medio de la discusión, interrumpiendo los reclamos de Frank, dejándo la mochila de Gerard en el piso

- Debo regresar... espero que arreglen... lo que sea que tengan que arreglar -

El viejo cantinero se alejó meneando la cabeza, desconcertado, jamás había visto a dos hombres discutir por amor, no de esa forma, y se sorprendió aun más, cuando sin querer giró su cabeza y vio como Gerard tomaba fuertemente de la cintura a Frank y lo acercaba con violencia hasta sus labios, besándolo lleno de deseo, él otro luchó por zafarse, pero al parecer aquél beso le gustó mucho, porque se dejó llevar por el mayor, aferrándose a su cuello, prácticamente arrojándolo sobre el mullido prado.

Grumm dirigió su mirada al frente, ciertamente dos hombres tirados en el piso, rozando entre sí sus entrepiernas, no era un espectáculo que él quisiera ver.

La excitación se empezó a notar claramente en el pantalón de ambos, Gerard se sentía en el mismo cielo, finalmente tenía a su amado entre sus brazos, pero ese estado de dicha le duró muy poco

- Me dijiste que no me amabas -

Entre jadeos Frank continúo con los reproches, tomando con fuerza a Gerard de los hombros, haciendo que quedara de espalda al piso, se sentó sobre él, inmovilizándolo con su propio peso, situando el filo de su cuchillo sobre la blanca piel del cuello del amante que, a pesar de sentir el frío del metal, no apartaba la mirada llena de amor de esos ojos que irradiaban odío, dolor... y tal vez algo de ¿amor?

- ¿Qué demonios quieres de mí... para que viniste, qué no ves que estaba aprendiendo a vivir sin tí? -

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