martes, 20 de marzo de 2012

Frankie karma; Capítulo: #6

Capítulo: #6

Debí salir tras Frank.

No lo hice, tan solo me quedé allí en el bar con Lyn-z viendo caer las frías gotas de lluvia, esa fue una de las peores borrascas veraniegas nunca antes vista.
La escuchaba hablar, no le prestaba atención, solo podía pensar en esos ojos, en los ojos de Frank, mirándome con tanta rabia y dolor, con esas lágrimas que su angelical rostro derramó por mi maldita estupidez, crucé la puerta de salida sin tan siquiera despedirme de ella, no me preocupé en buscar un taxi, se que era imposible conseguir uno libre a esta hora y con este clima.

Caminé huyendo de la lluvia, refugiándome en los aleros de las casas, de vez en cuando corriendo entre charcos, siempre, siempre, cada instante con su imagen en mi mente, con su aroma en mis sentidos, las luces deformes por la lluvia me cegaban, esquivé varios autos que avanzaban amenazantes hacía mí...

Sentí miedo de morir.

Por primera vez en dos años, sentí temor por mi vida, ya no solo era Gerard Way vagando por el mundo, era yo... y este corazón que dejó de ser mío, que ahora y para siempre será de Frank.

Subí las escaleras del edificio, llegando hasta el piso donde está mi apartamento, mis ojos se pegaron sobre la figura de Frank, que tiritaba de frío, sentado junto a mi puerta, completamente empapado, caminé lentamente, sin despegar mi mirada de sus ojos, él me veía...

Me miraba sin verme, tan solo captaba mi imagen en el pasillo, me arrodillé frente a él.

Sin encontrar palabra alguna que decirle, sin poder describir el dolor constante en mi pecho, ¡El poeta se quedó sin palabras ante el ser que ama!

Tomé suavemente sus manos entre las mías, levantándome junto con él, abrí la puerta, entrando en el calor de mi hogar, lo halé, pero Frank se quedó inmóvil en el pasillo

- Tengo miedo –

No me miró al decirlo, no se dignó a levantar su mirada hacía mi rostro, di un paso hacía él, aun tenía su mano entre la mía, no lo solté, no voy a dejarlo ir.

Pegué mi frente con la suya, sonriendo al sentir su tibia piel contra la mía

- Yo también –

Le dije, le confesé, es verdad, tengo miedo...

Miedo de dejar de ser yo mismo, para convertirme en lo que Frank ama... miedo que él no quiera ser lo que Gerard ama, miedo a ser el único a quien el corazón amenaza cada segundo con salir de su cuerpo, a causa de tanto amor, de tanta pasión.


Levantó un poco su rostro, sin despegar su piel de la mía, dejando sus provocativos labios justo frente a los míos, listos para ser violentados, para ser poseídos, para ser míos, pero contrario a lo que el viejo Gerard haría, a lo que el sexópata del pasado habría hecho, no lo besé, no así, sin confesarle que me robó el alma con su sonrisa.

- Entra, por favor –

Supliqué

- Tu no eres... quién pensé que eras –

Movió con fuerza su brazo, liberándose de mí, pero fue solo para tomar mi rostro entre en sus manos, tomarlo con mucho vigor, obligándome a fijar mi vista sobre su ojos llenos de lágrimas

- ¡Eres más de lo que puedo soportar! – Gritó

Todos mis sentidos estaban enfocados solamente en él, no me moví, me quedé mirándolo, no se movió, se quedó respirando agitadamente con mi rostro aferrado entre sus manos, sonrió tan dulce – amargamente que no pude evitar el tenue suspiro que mi corazón dejó escapar a través de mis labios

- Eres más... se supone que yo iba a hacer que te enamoraras locamente de mi... pero me salió al revés –

- Dilo – Supliqué

- Gerard... –

- Dime lo que necesito oír, Frank, ¡dímelo! –

Liberó finalmente mi rostro, dejando caer sus brazos a cada lado de su cuerpo, meneó la cabeza, antes que sus labios que son mi condena, hicieran ese casi imperceptible puchero, y sus ojos cristalinos se cubrieran con sus párpados, apretados, impidiéndome la alegría de verlos

- No, porque tu no sientes igual –

- Qué sabes tu –

Abrió el profundo lago que son sus ojos, vivos, expectantes fijándolos sobre mí, esperando que fueran mis palabras las primeras, es tan sencillo, “te amo” apenas dos simples palabras, un par de fonemas que se quedan cortos para describir la eternidad de los suspiros, los besos en la oscuridad, el dolor de la ausencia, la alegría de una caricia, el placer de saber que eres correspondido, un par de palabras que hasta hace tres días no significaban nada para mi, y ahora lo son todo... ¡Frank es todo!

Extendí mis brazos hacía él, acariciando sin morbo, por primera vez en mi maldita vida, tocando la piel de otro ser humano sin tener la idea fija de meterlo en mi cama, su piel estaba húmeda por la lluvia, sus brazos desnudos temblaron al sentir el contacto, suavemente de la misma forma en que se trata lo más preciado que posees, subí mis manos por ellos, siguiendo la curva de sus hombros, apretando suavemente su cuello entre mis manos, deslizándolas un poco más hasta tener sus mejillas redondas en mi poder

- Frank... –

Dije acercando mi rostro al suyo, con un imparable temblor en mis labios, aspirando su aroma, llenando mis pulmones con su respiración

- Te amo –

Eterno silencio...

No me respondió, sentía que agonizaba en cada segundo que duró aquel silencio, lo solté casi empujándolo lejos de mi, retrocedí, recostando mi cuerpo contra el marco de la puerta, dejé de sentir por un instante los latidos de mi corazón, me tambaleé...
Di traspiés mientras ingresaba en el interior de mi apartamento como un herido de muerte, en una guerra que sabía, tenía perdida desde el principio, caí de rodillas en medio del lugar, apoyando las palmas de las manos sobre el suelo, intentando respirar, luchando contra el nudo que cada vez se apretaba más en mi garganta, sentí la luz abandonarme, y de seguro hubiese sido así, de no ser porque Frank caminó rápidamente en mi auxilio, arrodillándose en el piso frente a mi, levantándome un poco con sus manos puestas sobre mi pecho, abalanzándose sobre mí, casi haciéndome doblar hacía atrás, si no apoyo mis manos sobre el suelo, de seguro lo habría conseguido, me rodeó apretadamente con sus brazos, pegando su corazón al mío, prácticamente gritando en mi oído

- ¡Te amo Gerard Way, te amo más que a la vida misma! –

Mi corazón comenzó a latir de nuevo, el aire circulaba libremente por mis pulmones, sonreí aliviado, sonreí enojado

- ¡Creí que nunca lo dirías, maldito! –

Frank... Frank siempre es... Frank, no hay nada que hacer, él simplemente se rió con su típica carcajada infantil

- Quería ver que hacías si no te respondía al instante –

Su rostro se adornó con la más adorable mueca propia del infante que logra salir airoso de su travesura, ¿quién en el universo puede enojarse tan siquiera un poco con el ser que le da sentido a cada segundo de sus días?

Nos abrazamos, tan solo eso, allí en medio del salón, abrazados escuchando nuestras respiraciones, compartiendo la humedad de nuestras ropas que habían sido bañadas por la misma lluvia, esperando pacientes a que nuestros corazones se acompasaran de una vez, tan pronto el ritmo fue igual, nos separamos, yo me levanté a asegurar la puerta, Frank destendió la cama, desnudándose dentro de las mantas, botando la ropa por los bordes, cubriéndose hasta el cuello, sonrojándose al ver que yo había notado todo aquello.

Me senté a su lado, acariciando su cabello revuelto, parpadeaba solo lo necesario, la perfección no es algo que se vea todos los días, y menos desnudo en tu cama.

- Te doy permiso de robar mi virginidad – Rió por lo cursi de su propio comentario

- ¿Estas seguro? – Pregunté ansioso

- Si, además me informé muy bien, leí sobre el tema –

Frank hablaba con una naturalidad que me asombraba, estaba nervioso, eso lo pude notar por el temblor en su voz

- ¡Ah, el libro!, ese que ojeabas bajo la amarillenta luz del parque –

Asintió efusivamente.
Hice una pausa, mientras pensaba si preguntarle o no sobre la noche anterior, cuando lo vi hurgando entre mis cosas

- En que piensas Gerard, ¿no quieres hacerme el amor? –

- El amor... yo nunca he hecho el amor –

- Entonces será nuestra primera vez –

- Frank, yo te vi, la otra noche, desde la acera de enfrente, te vi por la ventana mientras revisabas mis cosas –

- Lo siento, quise dejarte una nota en la gaveta de abajo, pero no me aguanté la curiosidad de indagar un poco –

Sonrió cubriéndose hasta la nariz con las mantas, tan solo dejándome ver sus ojos brillantes llenos de adorable cinismo.

Me levanté curioso, abriendo la gaveta, en una papel doblado leí

Mikey Way, 12445, Washington Dr. New York


Sentí al mundo entero caer sobre mí, doblé el papel, guardándolo nuevamente en la gaveta inferior, caminé hasta la cama, quedándome de pie en la parte baja, estaba anonadado con aquello.

- ¿Cómo lo ubicaste? –

- Hace seis meses la feria loca renacentista de mis padres fue hasta New York, vi a tu hermano salir de un starbucks, y lo seguí... –

- ¿Él está bien? –

- Supongo... lo vi como una persona normal, trabaja en una tienda de artículos de pesca –

Sentí alegría, es bueno saber que tu hermano, sea lo que sea, está vivo, y bien.

- Gracias –

- De nada, amor – Me respondió sacando un poco la punta de su lengua en una esquina de la boca

- Suena raro –

Y en verdad, suena extraño que alguien utilice esa palabra conmigo

- Tienes razón, suena raro, amor –

Me tumbé sobre él, con todo el ánimo de morder su lengua, pero Frank se cubrió con la manta hasta su cabeza, apreté la tela contra la cama, besándolo a través de la manta, recordando esa bizarra noche con Pete, me levanté nuevamente, retrocediendo para ver mejor la silueta que demarcaban las mantas sobre el cuerpo de Frank, él descubrió su rostro

- ¿Por qué te levantaste? –

Di media vuelta, buscando el caballete, la butaca y mis óleos

- Retírate las mantas, déjame ver tu cuerpo –

Frank se sonrojó, dudando en realizar lo que le pedía

- No, apaga la luz, y me descubro –

Dejé los óleos sobre la butaca, arrodillándome junto a él en la cama, me incliné hasta estar muy cerca de su oído

- Desnúdate, por favor, quiero capturar tu esencia en una pintura, no te voy a hacer el amor... aun –


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