lunes, 19 de marzo de 2012

There's no beat without you; Capítulo: #10

Capítulo: #10


No queda nada, del chico que amó con el alma, del músico que dejaba su vida en el escenario, sombras, una vana ilusión de lo que soñé ser, de lo que creí ser, ¿en que momento dejé de ser Frank Iero, para convertirme en su razón de vivir?, ¿por qué diluí mi ser por alguién que no merecia tal honor?, soy patético, una mentira viviente, un ente que ha perdido su alma, buscando complacer a quién no se lo merece.

El pecado de sus labios es el más bello y dulce tormento que jamás existió, con que facilidad las cosas que te llevan al cielo, se convierten en tu condena, sentenciando tu humanidad a arder en el más cruel de los infiernos, confinando en una gélida caja de cristal, el que alguna vez fue el más puro y jovial corazón, ese que amó en cada latido, con cada una de sus células, con cada fragmento de su ser.
Mi vida, lo que queda de ella, debe ser recluída en el olvido, ¡Oh, si tan solo pudiera esconderme de mí mismo!.

Estoy cansado de llorar, harto de derramar lágrimas por quién no las necesita, no las quiere, no le importan. Me consume el irónico resultado de mis actos, entre lágrimas me río de mi desgracia, estoy aquí, muriendo en vida, gracias a mí, el soberbio redentor, resultó cruxificado, clavado en su propía cruz, derramando sangre en forma de lágrimas de amor....

¿Amor?, tal cosa nunca existió...

"Eres mi TODO Frank", palabras que alimentaban mi ego, desarmando mi voluntad, nunca antes el panorama se presentó tan claro, soy un romántico, uno de aquellos que aman a la antigua, necesito flores y caramelos para abrir las puertas de mi corazón, y Gerard lo supo, siempre lo tuvo presente, me regaló capullos de rosas en forma de sonrisas, me llenó de caramelos disfrazados de palabras, siempre fue él quién me controló, no al contrario, como ingenuamente pensaba yo.

"Te amo Frankie, más que a mi propia vida", y ahí estabamos de nuevo, desnudos, transpirando cuerpo a cuerpo, en cualquier lugar, él entrando en mí, sonriendo satisfecho de conseguir con facilidad el permiso necesario para violentar mi cuerpo, y mancillar mi alma, "Te amo Gerard", cada vez que esas tres palabras salieron de mis labios, fue real, mi corazón declaraba una verdad absoluta, "Te amo Frank", las tres palabras que escondian las verdaderas intenciones, "Solo quiero cogerte"...

Frank rasgó por última vez las cuerdas de su guitarra, aquel sonido en lugar de consolar, le llenaban de dolor, la tomó suavemente por el diapasón, acercándola hasta sus labios, besó tiernamente la tíbia madera, que segundos antes se apoyaba en su vientre, apretó con fuerza los párpados, cerrando sus ojos, evitándose ver el crímen que estaba a punto de cometer, abrió los labios dejándo salir un fuerte lamento, al tiempo que arrojába con furia la guitarra en la chimenea

¡Te odío Gerard!.

El vocalista estaba acostumbrado a los aviones, los largos vuelos, y los congestionados aeropuertos, pero ese hábito no le hizo más fácil su larga y penosa travesía, cada lugar al que llegaba lo alejaba más de Frank, su única compañia era su móvil, por el cual Brian le informaba de nuevas pistas, nuevos posibles lugares en los que Frank se había desterrado, cada répique del aparato lo llenaba de ilusiones, pero su alma se desvanecía antes de cortar la comunicación, otro vuelo, otra ciudad, otra esperanza perdida.

La sala de espera del aeropuerto de japón se encontraba particularmente vacía esa madrugada, un reducido grupo de turistas australianos, esperando regresar a casa, un descorazonado hombre blanco que ojeába una revista, compeltamente desinteresado en el contenido de la misma, pues lo único que lograban captar sus sentidos, era el cada vez más lastimero sonido de los latidos de su corazón.
Gerard aprovechó el rato para evocar felices recuerdos de su pasado con Frank, los juegos que inventaban cuando el tiempo se elongába, y las largas esperas parecian no tener fin

- Un libro y un cd que llevarias a una isla desierta -

Frank acariciába su barbilla, sin retirar sus enormes ojos verde avellana del rostro expectante de Gerard

- Llevaría el directorio teléfonico de New York, un cd al que le rasparía de antemano la información, dejando libre el acetáto, esperaría el sol de medio día y refractaría la luz por este para encender el directorio, traeria leños y me procuraría un fuego constante para que los de rescate me encuenten -

Gerard dejó salir una pequeña carcajada, meneándo después su cabeza

- Se supone que son respuestas convencionales... Ay Frank... -

Sin que nadie lo notara pasó el dorso de su mano sobre la rodilla de Frank, mordiéndose los labios, reprimiendo el deseo insano de comer los del chico a mordiscos

- Cúal es el último lugar de la tierra -

Gerard bajó la mirada, buscando una respuesta que sonara tan divertida e inteligente como la de Frank, pero no encontró alguna que igualára la alborozada respuesta anterior

- No sé, dejáme pensar -

- Yo sí lo sé, es más, si algún día me retiro del mundo, me iria a vivir a los montes Grampianos, en Escocia, un día leí sobre ellos en la internet... -

Los ojos de Gerard abandonaron la revista, que entre otras cosas estaba alrevéz, no lo notó... no importó, no le estaba prestando atención, su corazón latía con frenesí, sus piernas se adelantaban a sus deseos, haciéndolo caminar torpemente por entre los muebles de la sala de espera, atravezó la puerta a tal velocidad que en su paso los volantes de turismo que habian sobre una mesita volaron en el aire que su rítmo desesperado generó.

Se detuvo abruptamente frente al mostrador de la aerolinea, las palabras se atropellaban en su boca, y lleno de un extraño júbilo alcanzó a decir

- Un pasaje para escocia, por favor -.

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